lunes, 12 de enero de 2009

Ensayo "La vieja escuela de la actualidad"

POR NG

En mis observaciones en diferentes grados de distintas escuelas de la localidad, muchas cosas me marcaron a fuego en lo que respecta al área de Lengua, una de ellas es el temor observado en los niños a la hora del dictado, la evaluación y la lectura en voz alta. Me pregunto a qué puede deberse esto, ya que no observo este miedo en las demás asignaturas, y la única respuesta posible a este interrogante es la siguiente: la metodología con la cual se pretende enseñar es totalmente anticuada y carente de sentido.

En mi viaje imaginario por las aulas, hay algo que no puedo precisar: el tiempo en el que me encontraba, ya que me parecía estar presenciando una clase de hacía diez, cincuenta o cien años atrás. Esto se debe a que se sigue utilizando el enfoque tradicional, en el cual los alumnos son pasivos cognitivamente, no importan sus saberes previos, se considera por ejemplo que, se aprendió a leer cuando se puede asociar el sonido y la grafía, con lo que se desatiende toda posible reflexión sobre la construcción gráfica. Desde esta perspectiva, la lengua escrita es la “trascripción” de la lengua fónica. Teniendo en cuenta todo esto, ¿qué clases de “textos” proponen los docentes para trabajar los diferentes contenidos?, nada más y nada menos que los ridículos que se encuentran en los manuales, los cuales están elaborados con el único objetivo de que los chicos “aprendan a leer” y por supuesto la lectura debe ser en voz alta, aunque no se entienda nada como producto del deletreo.

Con respecto a la escritura, los alumnos realizan composiciones sin formato específico y con el único objetivo de obtener una “buena nota”. La maestra comprueba que los alumnos saben escribir dictándoles, y como los errores ortográficos son abundantes, la única manera que propone de corregirlos es escribiendo en una hoja muchas veces la palabra que contiene el error. Por lo cual, la gramática y el texto van por caminos separados. Analizando todo esto comprendo el mal rato que pasan los niños y no tan niños en las horas de Lengua, ni hablar de los exámenes en los cuales deben romperse la cabeza tratando de escribir oraciones utilizando palabras que en ocasiones desconocen y tratando de encontrar verbos, sustantivos, adjetivos o lo que fuere en un fragmento (gramática oracional).


En este sentido, no puedo borrar de mi memoria el primer día de observaciones de la etapa de residencia, fue en un 2º grado de una escuela de la localidad. Al ingresar al aula y ubicarme en el fondo para observar, noté que los chicos no advertían mi presencia y me pregunté a qué podía deberse esto, rápidamente lo comprendí: estaban a punto de comenzar un examen de Lengua, todos parecían aterrados y llenos de dudas. Una de las actividades consistía en escribir oraciones que incluyeran diferentes adjetivos. De repente, un niño comienza a llorar porque no sabe lo que significa la palabra “mimoso” y por lo tanto no puede cumplir con las exigencias de la maestra, la cual le explica el significado de la palabra, pero el alumno de todas maneras no puede cumplir con la consigna, y yo supongo que en realidad es por que para él carece de sentido y no se relaciona con sus conocimientos previos. Comienza a llorar nuevamente, permaneciendo en este estado la mayor parte del tiempo en que duró el examen. Realmente esto es muy triste, cruel y dramático. No obstante, no debemos desesperar ante este maltrato, hay una salida del enfoque tradicional: la perspectiva activa reflexiva.


En el enfoque superador, se parte de unidades comunicativas reales: los mensajes o textos de la vida cotidiana, desde este lugar la lectura es un proceso de construcción de sentido, en el que intervienen tanto la información visual como la no visual (Smith) y se ponen a funcionar las estrategias lectoras (Goodman). Estos textos, poseen un emisor y un receptor real, responden a una intención comunicativa propia de la situación, lo que da por resultado que en el ámbito escolar se escriba y se lea siempre a partir de diversos propósitos. Todo esto hace que adquirir el código escrito sea aprender un código nuevo muy diferente a la Lengua Oral, ya que posee características específicas de adecuación, coherencia, cohesión, etc. Teniendo en cuenta todo lo anterior, los proyectos se transforman en la mejor manera de trabajar con los chicos en el período de la alfabetización inicial y en todos los niveles. Por ejemplo, si deseamos realizar una visita a una granja planteada desde el área de Ciencias Naturales, desde el área de Lengua se leerán y producirán textos que permitan cumplir con este objetivo (por ejemplo: notas de enciclopedia, afiches, etc.), lo que supera ampliamente el marcado de verbos en un cuento extraído de un manual. En torno a este contexto, el eje de toda situación didáctica son los contenidos procedimentales (el saber hacer) y no los contenidos conceptuales como plantea la perspectiva tradicional, por lo cual nuestro objetivo como docentes debe ser formar sujetos que aprendan a comunicarse en sociedad, que sean capaces de interpretar y producir textos (gramática transoracional).

Luego de repasar las principales características de este enfoque no puedo dejar de mencionar otra observación realizada, pero esta vez en la Escuela Normal de Paraná, la cual ayudará a entender mejor cómo funciona esta perspectiva pedagógica. La actividad planteada con la docente consistía en realizar una invitación (texto de la vida cotidiana, no palabras sueltas) para el acto del Día de la Bandera. La misma fue escrita en una clase anterior (según me informó la maestra) de manera colectiva en le pizarrón, a partir de una reflexión en conjunto sobre las principales características de este tipo de texto. La tarjetita no quedaría en el cuaderno para ser evaluada posteriormente, sino que los chicos se dirigieron a los diferentes grados de la escuela e hicieron entrega de las mismas (receptores reales), cumpliendo con la premisa de “escribir para algo y para alguien”. Este trabajo se enmarca dentro de un proyecto y no es una actividad suelta, ni aislada. Comparando esta observación con la realizada anteriormente puedo decir que los chicos trabajaban a gusto y motivados por una intención comunicativa, nadie lloraba ni se ponía mal, todos querían participar y no sentían la presión de memorizar este contenido para poder sacarse una buena nota en la evaluación posterior y pasar de grado. Es sorprendente los efectos de una y otra perspectiva en la psiquis de los niños, el trauma que se genera desde una de ellas es terrible y ha ido pasando de generación en generación, como una vieja herencia.

En cuanto a la planificación, no puede limitarse a copiar en la carpeta didáctica actividades de un manual o de una revista para EGB. En este sentido, toda situación didáctica de Lengua debería atravesar por una serie de etapas fundamentales: la primera de ellas es la reflexión, la cual permite movilizar los saberes previos de los chicos, debe implicar un desafío cognitivo y no ser una actividad de aplicación mecánica, la segunda fase es la de sistematización, consiste en el armado de herramientas que permitan recuperar lo aprendido (afiches, ficheros, etc.), la tercera etapa es la de consolidación la cual permite poner a prueba los aprendizajes, generando la apropiación de los mismos y la última es la de profundización, en la cual se construyen nuevos aprendizajes por medio de la interacción entre los sujetos. Demás está decir, que ninguna de estas instancias se observa en las aburridas clases de la mayoría de las escuelas. Con respecto a esto, hace un tiempo atrás tuve la oportunidad de estar en compañía de una docente mientras “planificaba” unas clases para la semana siguiente: todo su trabajo consistía en copiar actividades de dos libros “de cabecera” que utilizaba para todas la áreas. En ese momento, empezaba recién mi carrera docente y no emití juicios de valor al respecto, pero hoy en día puedo decir que existe un gran desconocimiento de la didáctica de cada área principalmente de Lengua, por lo cual muchos maestros realizan un trabajo de “selección” y no de “planificación”, en el cual no interviene criterio alguno y no hay una construcción propiamente dicha.

A modo de reflexión final, como mencioné anteriormente desde en enfoque actualizado (del cual tengo conocimientos gracias al espacio de Lengua y el Apoyo disciplinar), considero que es muy difícil que los niños experimenten momentos de temor, los cuales desemboquen en sentimientos de frustración al no poder cumplir con las expectativas de la maestra, ya que las actividades que se realizan son principalmente colectivas y se enmarcan dentro de un proyecto significativo; es muy importante en este sentido el rol del docente, el cual ya no es más el dueño de la verdad, sino que su función es guiar a los niños en el descubrimiento y la construcción de sus aprendizajes.


Ahora bien, teniendo en cuenta las enormes ventajas de este enfoque que he fundamentado desde la teoría y he podido ver en la práctica en dos observaciones en primer grado “B” en la Escuela Normal de Paraná, mis preguntas son: ¿Por qué aún en la actualidad está arraigada en las escuelas esta visión tan cerrada y autoritaria de la enseñanza y el aprendizaje no sólo en el área de Lengua sino en todas las materias en general?, ¿creen los docentes que la metodología es un legado y no puede variar a través del tiempo? , ¿piensan que utilizando siempre las mismas actividades es más fácil construir aprendizaje en los chicos?, ¿siguen creyendo que un alumno aprendió a leer solamente cuando aprendió a pronunciar bien la palabras?, ¿a caso creen que los alumnos no pueden reflexionar porque son muy pequeños y que sólo pueden memorizar? Es hora de que estos prejuicios desaparezcan de la mente de los actores institucionales de una vez por todas, es necesario que los docentes se capaciten más, ya que la profesionalización supone asumir los limitados saberes que poseemos y la necesidad de revisión permanente de nuestro quehacer, de actualización y de formación continua. Es necesario un cambio de perspectiva pedagógica, por una educación mejor y por ende por un país más justo, más democrático y más adecuado a las necesidades de los ciudadanos.

Bibliografía

ALISEDO, Graciela y otras. Didáctica de las ciencias del lenguaje. Buenos Aires, Paidós, 1994.

CASSANY, Daniel. Describir el escribir .Cómo se aprende a escribir. Buenos Aires, Paidós, 1997.

GOODMAN, Kenneth. “El proceso de lectura: consideraciones a través de las lenguas y el desarrollo”, en FERREIRO, E. y Cristina Palacios. Nuevas perspectivas sobre los procesos de lectura y escritura. Buenos Aires, Siglo XXI, 1994.

JOLIBERT, Josette. Formar niños lectores de textos. Santiago de Chile, Ed. Dolmen, 1994.

JOLIBERT, Josette. Formar niños productores de textos.( me faltan datos)

MONZÓN, Gabriela. “Aportes para la definición del marco teórico de un proyecto alfabetizador”, Dossier de materiales de trabajo, Espacio Curricular: Lengua III, María grande, 2006.

MONZÓN, Gabriela. “Enfoques de la Didáctica de la lengua”, Dossier de materiales de trabajo, Espacio Curricular: Lengua III, María Grande, 2006.

MONZÓN, Gabriela. “Algunos conceptos que son fundamentales a la hora de pensar la Didáctica de la Lengua”, Dossier de materiales de trabajo, Espacio Curricular: Lengua III, María Grande, 2006.

SMITH, Frank. Comprensión de la lectura. Buenos Aires, Aique Grupo Editor, 1994.

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