viernes, 13 de febrero de 2009

Ensayo "Todo depende de nosotros"

POR A. V.

Actualmente se habla de un modelo constructivista como la forma adecuada para promover aprendizajes, en el cual el sujeto es el que construye saberes a partir de la ayuda del docente, considerándose a este último como guía, encargado de poner a su disposición las herramientas que él necesita para lograrlo. Pero ¿es este enfoque el que está atravesando las instituciones escolares?

Luego de haber realizado las observaciones, las primeras prácticas y por último la residencia en diferentes escuelas de la zona y en distintos grados, me atrevo a decir que nada de lo anteriormente nombrado aparece, específicamente en el área de Lengua.

En lo que respecta a la lectura por ejemplo, recuerdo una clase en la que la maestra les pidió a los alumnos que sacasen un libro y se sentasen en ronda en el piso. ¡Qué bueno! Pensé. Al fin iban a poder disfrutar realmente de la lectura y no leer sólo para mostrar que “saben” (en voz alta, sin omitir letras, palabras y sin “inventar”, pues eso los calificaría como que “no saben leer”).


Pero nada de esto sucedió. Ella les dijo que abrieran en una página determinada y que leería el que indicara. Lectura entrecortada, risas, burlas, charlas, aburrimiento, es todo lo que aconteció.

Tal vez los docentes no sepan o no quieran saber que esos chicos aún sin “saber leer” pueden interpretar textos. Verdaderos y auténticos, poniendo en funcionamiento las estrategias lectoras de las que habla Goodman, así como también deberían tener en cuenta que a partir de la información visual (muy variada) y la no visual (saberes de diverso tipo, emociones, sentimientos, etc.) ellos pueden elaborar ideas sobre lo que dice un escrito.

Generalmente en las aulas se observa que el cuestionario es la única forma que se propone para demostrar que se ha comprendido lo leído, contestando las preguntas de forma rápida y automática, sin que se produzca un desafío cognitivo, sólo realizando la transcripción de sucesivas palabras.

En estos casos deberían ser los educadores quienes posibiliten la construcción de sentido, realizando intercambios de forma oral, dando lugar a la hipotetización de lo leído, a la confrontación de respuestas, ideas, opiniones en donde todos puedan ser partícipes del proceso de construcción de significado.

En muchas ocasiones se menosprecia a los niños y no se les ofrece diversidad discursiva, sólo se les “da” o se les pide que “compren”, manuales de lectura, con cuentos y poesías cortas (si es que se los puede llamar así), o se les entrega una fotocopia con sumatoria de oraciones que constituyen un supuesto texto, en la mayoría de los casos “elaborada” por la docente, persiguiendo como único fin pedagógico que el alumno recorra con la mirada, el docente espera que entienda como algo automático al conectar sonido grafía, no que “conecte” solamente, pero nosotros sabemos que esos materiales pobres no posibilitan la construcción de sentido, pues se pretende que realice de manera correcta la conexión sonido-grafía y así supuestamente demuestre que sabe “leer”. Obviamente que ese material que se les ofrece es totalmente descontextualizado pues no tiene receptor, emisor, ni se enmarca en una situación comunicativa real por lo tanto no se vincula con la lengua de la vida diaria. Esta debería estar presente en el aula, dado que en la cotidianeidad leemos motivados por una razón o intención, leemos por algo y para algo.


En cuanto a la escritura esta se considera como un acto “espontáneo”. Esto lo comprobé en una clase en la que se les pidió a los alumnos que inventaran un cuento y luego lo entregasen para corregirlo. Ellos comenzaron a preguntar: ¿y cómo empiezo?, ¿qué título pongo?, ¿cómo sigo? y… era de esperarse.

¿Cómo se pretende que estos puedan producir un texto, si no se le ha planteado antes un objetivo, un fin, si no existen emisores y destinatarios reales, si no se sabe para qué y para quién escribir? Sino que se escribe porque sí no más, por única vez, para probar; sin la posibilidad de borradores y confrontaciones con otros textos, mucho antes de la versión final.

Sería muy interesante que las instituciones escolares permitan que otra perspectiva atraviese sus prácticas y que no sigan utilizando y creyendo que el modo tradicional habitual es lo mejor y la única forma de enseñar. Deberían saber que alfabetizar desde otra perspectiva permitiría que sus estudiantes puedan desempeñarse y desenvolverse en cualquier situación comunicativa interpretando y produciendo textos adecuadamente tanto en el aula como fuera de ella.

Quizás la expresión “todo depende de nosotros” supone una carga muy pesada. Pero es la realidad. Nosotros somos los responsables del cambio, pues desde diferentes áreas se nos ha ido formando y brindando las herramientas necesarias para poder de a poco pensar en alfabetizar desde otra mirada.

Y aunque muchos digan que “no sirve”, que es un “disparate” que “es pura teoría” y que critiquen, nosotros hemos observado clases enfocadas totalmente de un modo distinto, pues se ha tenido en cuenta al momento de planificarlas que todos los seres humanos en la vida diaria leemos y escribimos por diferentes motivos pero siempre con un objetivo; y llegamos a la conclusión que se puede cambiar, que si no nos dejamos “dominar” por el sistema podríamos hacer que las clases se modifiquen, que los alumnos lean y escriban para informarse, para comunicarse, para expresarse, para estimular la imaginación en vez de realizarlo solamente por obligación. Animémonos.

Bibliografía

Jolibert, Josette. Formar niños lectores de textos. Ed. Dolmen. Santiago de Chile. 1994

Monzón, Gabriela A. “Aportes para la definición de un marco teórico de un proyecto alfabetizador”.

Monzón, Gabriela A. “10 malentendidos de la enseñanza de la Lengua

No hay comentarios: