sábado, 28 de febrero de 2009

Ensayo: "Te invito a reflexionar ¿Te animás?"


Por GP

Antes de comenzar a analizar algunas de las situaciones que se viven hoy en las escuelas con respecto a la didáctica de la Lengua, realizaré un breve comentario de estos años de estudio en el Profesorado, ya que fueron etapas, momentos que me marcaron a fuego, que me hicieron crecer y que me dieron la posibilidad de reflexionar sobre cuestiones que luego compartiré.

Recuerdo que durante el primer año de cursado en esta institución, en el área de Lengua, trabajamos sobre ciertas cuestiones gramaticales, cada clase era un desafío cognitivo, aprendíamos en forma conjunta, con la ayuda del otro.

Particularmente, necesitaba aprender sobre estas cuestiones, en las que, aun siendo básicas, presentaba falencias, consecuencia del sistema educativo por el cual pasé.

Llegó segundo y tercer año, ¡qué locura!, la profesora Gabriela hablaba sobre la didáctica de la Lengua, reflexionando sobre las habituales y tradicionales metodologías que se llevan a cabo en las instituciones educativas.

Proponía otro marco de trabajo, poder mirar a la Lengua desde otra mirada, con otros objetivos.

¿Y yo?, observaba desde afuera diciendo: ¿qué es está diciendo? ¿Qué es eso de trabajar con los chicos, desde primer grado, con textos? ¿Cómo enseñar de otra manera la Lengua Escrita, que no fuese comenzando con las letras?, etc.

¡SOCORRO!

Hasta que comencé a pensar y repensar una y otra vez mi experiencia durante la escolaridad primaria, las actividades que realizaba en Lengua.

¡Ah!, es claro, si aún recuerdo esos dictados, o la lectura en voz alta de “textos”, donde hasta los pelos se me electrizaban sabiendo que allí en el frente estaba “el poder”, el que me observaba atento para controlar, supervisar que “la lectura” sea entendible. Tenía que abrir mi mente, concentrarme para “leer bien”, conectar letra por letra para formar palabras, ¡y ojo con titubear o equivocarse! ya que si eso ocurría, era porque no sabías “leer”.

Pero pregunto:

-¿Qué es leer?

Las respuestas variarán según el enfoque desde el que se lo mire.

Es así como desde el Modelo Tradicional, en la escuela, leer, es tomado como algo simple, instantáneo. Es igual a decodificar, oralizar lo que además se da con el fin de reforzar la conexión sonido-grafía.

Primero se aprende la mecánica de leer, y como última etapa se llega al significado, el cual está en el texto, ya que las palabras son las que tienen sentido, el lector lo único que hace es extraerlas.

Se lee en voz alta para saber si lograste aprender a “leer” o no, sólo para la docente y sin un fin comunicativo.

El dictado, otra de las actividades legítimas de esta postura, con el supuesto de que si sabés escribir al dictado sin errores, es porque aprendiste a escribir y a leer.

Estos, la lectura en voz alta de textos o mejor dicho pseudotextos, que todos tienen a la vista y el dictado, son los medios de que se vale este modelo, para evaluar los aprendizajes.

Ahora bien, el Modelo Activo- reflexivo, tiene otras concepciones sobre lo analizado hasta aquí.

Desde esta postura, leer, no es decodificar, sino que es un proceso en el cual intervienen la información visual (que es la que me aporta el texto) y la no visual que es lo que traigo consigo (propósito, conocimientos, ideas, creencias), y además pongo en funcionamiento estrategias lectoras, con el fin de construir significado.

Hay algo que me lleva al texto, que según mi objetivo, voy a proceder a leer de un modo y no de otro, por ejemplo: puedo realizar una lectura minuciosa, detallada o saltearme partes en algunas situaciones que considere apropiadas, etc. Esto nos lleva a la conclusión de que no hay un solo modo de leer, no existe un modelo único para todos los textos y situaciones.

Recordemos que en el Modelo Tradicional, el significado está en el “texto”, el lector sólo lo extrae.

Desde el Activo- reflexivo, el sentido radica en la construcción que cada lector realiza a partir de la relación que se da entre el texto y él, los saberes que se ponen en juego, ya sea competencias lingüísticas (conocimiento sobre el tipo de texto y su función), conocimiento sobre algún tema en particular, etc. Es por ello, que al leer un mismo texto, los lectores construyen diversos significados.

Cabe aclarar, que cuando decimos textos, estamos hablando de mensajes que tienen características que lo definen como tal, emisor y receptor real, los cuales se han creado por una necesidad de comunicar, presentan recursos textuales y paratextuales, fueron elaborados en un tiempo y espacio.

Entonces, leemos en voz alta, cuando necesitamos que los demás se enteren de algo, y en los casos en que no tienen a la vista el escrito.

Se lee cuando surge la necesidad de recurrir a un escrito. O sea, se lee por algo que necesitamos saber, comunicar, informar; y en la escuela, aprendiendo con el otro, construyendo herramientas que nos servirán en otras etapas.

Ahora bien, se me presenta un gran interrogante sobre el que quisiera que reflexionemos juntos.

¿En la actualidad, qué Modelo de Enseñanza de la Lengua subyace en las prácticas pedagógicas?

Para responder a esta pregunta, les comentaré sobre mi experiencia durante el periodo de residencia, en las escuelas primarias.

Lo que realmente viví fueron momentos de falsas lecturas o mejor dicho de decodificar sonidos, de traducir los símbolos escritos, “leer” sólo para confirmar que se ha memorizado las reglas.

El interés y las ganas de leer no faltaban, lo que se necesitaba era un espacio y tiempo para lograrlo.

La lectura como proceso, en la cual influye la información visual y no visual y en la que se ponen en funcionamiento estrategias lectoras, brilla por su ausencia.

Pensar que la realidad va cambiando a pasos acelerados y sin embargo la escuela va quedando, con su vieja estructura conservando la “intocable” Concepción Transcriptivista de la Lengua Escrita.

Me pregunto, ¿qué pretendemos?

¿Formar personas que desarrollen sus capacidades lingüísticas para que puedan desenvolverse en los distintos ámbitos sociales? Esto es, producir e interpretar textos adecuados al contexto comunicativo.

¿O seguir enseñando desde la típica metodología?, sistema que segrega, que no da lugar a la reflexión, a los procedimientos de comprensión y producción, donde existe un único y válido significado, un modelo a copiar, que privilegia el individualismo.

Desde los Diseños Curriculares, CBC y NAPs se propone otra institución educativa, con otra mirada, otros propósitos, pero aún seguimos dándoles la espalda, encerrándonos en nosotros mismos.

¡Es inconcebible la idea de que en las horas de biblioteca, los alumnos se encuentren en el aula, copiando del pizarrón actividades poco significativas!

¿Por qué no promover la lectura, la búsqueda y exploración de materiales, llevar a cabo la interrogación de textos?

Y ni hablar de las obras literarias, pobres escritores, ¡qué pena!, sus textos son tomados como material didáctico para cualquier disciplina sin respeto por su función social real.

El cuento, para la comprensión lectora, las fábulas o leyendas (que aunque no tenga autor, son un patrimonio cultural de los pueblos) para identificar, subrayar, extraer: sustantivos, adjetivos, verbos, etc.

Y después dicen que los chicos hoy en día le tienen fobia a los libros, ¡no es para menos!, ¿y qué esperaban?

En mi formación como docente el participar de la lectura de literatura infantil y juvenil, me brindó la posibilidad de ingresar al mundo de la literatura. Pero esto fue gracias a que en Lengua contamos con la Biblioteca de Literatura Infantil y Juvenil, y que además nuestra profesora (Gabriela) nos contagió de a poco el gusto de leer. Recuerdo cuando nos leía Natacha de Luís María Pescetti, y de esa manera te hacía reír e imaginar las alocadas situaciones de esta inocente niña, y otras tantas historias.

¿Cuántos docentes hacen lo mismo? ¿Cuántos crean un ambiente agradable, que invite, no exija, a acercarse a la literatura?

Para disfrutarla, para imaginar hasta lo más utópico, para conocer otro mundo donde todo es posible, ya que es esa su función en la sociedad, no como objeto de conocimiento.

Usarla de la misma manera que lo hacemos en la vida cotidiana, donde cada uno construye un significado distinto, seguro, al del otro.

¡Señores y señoras!, nada fuera de lo común, es el enfoque tradicional que sigue hasta nuestros días en las aulas.

Y si les queda alguna duda los invito nuevamente, pero esta vez a que miren más de cerca las prácticas educativas que se viven hoy en día, a que piensen y vuelvan a pensar sobre estas cuestiones, y sus consecuencias.

A un paso de terminar mis estudios, me quedan tantas dudas, incertidumbres, que me paralizan, pero si hay algo que he aprendido es que es normal esto, lo dudoso y lo problemático sería sentirme satisfecha, pensar que ya no me queda nada por aprender, o como dicen los chicos: que la tengo re clara.

Creo que ya nos pusimos en órbita, ¿no cierto?, y si no, accedé a mi sugerencia y dentro de un tiempo me contestás, ¿sí?

Suerte y que los proyectos y la esperanza en cambiar, no te frustren en el camino. Deseame lo mismo ¡Por favor!


Bibliografía

MONZÓN, Gabriela. Dossier de materiales bibliográficos. Lengua III.

CONSEJO GENERAL DE EDUCACIÓN. Diseño Curricular de la Provincia de Entre Ríos.1997

ALISEDO, Graciela y otras. “Enfoques de la alfabetización desde presupuestos transcriptivistas”, en Didáctica de las Ciencias del Lenguaje. Buenos Aires, Paidós, 1994.

LERNER, Delia. “Es posible leer en la escuela”, en Lectura y vida, año 17, Nº I (marzo de 1996).

1 comentario:

La Seño dijo...

Hola, soy una docente argentina que gusta de aprender cosas nuevas y de compartir experiencias con otros docentes.
Me gustaría hacer un pequeño aporte a su causa.
Coincido con uds. en cuanto a que falta mucho por hacer respecto de las prácticas del lenguaje: se habla tanto de la oralidad y su importancia, pero los hechos demuestran que en el aula los alumnos hablan poco, y según los criterios impuestos por los docentes. Un chico que no habla no puede estructurar su lenguaje. Así de simple y así de terrible.
Sobre el tema lectura, por ejemplo, la cuestión no pasa solamente por el famoso cantito: "los chicos no leen". La triste realidad es que los docentes no leen. Ningún docente puede transmitir amor y disfrute por la literatura si no lee y no le gusta leer.
Sin embargo, el aterrizaje en la realidad del aula es complejo, se juegan muchas variables y no todas tienen que ver con la mirada o postura del docente.
Sí creo valiosa la incorporación de las bibliotecas en el aula, de las horas de lectura que sean efectivamente de lectura, sin tomar lectura en voz alta u orientar lecturas "tipo" (cuando es la hora de lectura, claro. La lectura en voz alta debe remitirse a otros espacios). Cada uno lee como quiere, no se puede imponer un orden en esto, es muy personal. Y a cualquiera se le va el gusto si se lo dirige y presiona, hasta al declarado lector asiduo.
Pero para generar estos espacios, el docente no puede estar solo: debe tener apoyo por parte de la institución y la comunidad. Muchos padres y directivos ven mal este supuesto "no hacer nada" que implica el contacto con los libros. Claro, se necesitan muchas horas para que de a poco y tímidamente los chicos se sumerjan en la literatura y la disfruten: horas que los padres consideran "perdidas", en las que no se trabajó, y lo cuestionan... Afortunadamente, los nuevos diseños curriculares incorporan esta problemática, y muchos directivos se están empezando a dar cuenta de la importancia de estos momentos aparentemente improductivos.

Me voy despidiendo.

Los felicito por el blog, es muy entretenido y noto también que le dan lugar a reseñas de libros y comics como los mangas, algunos son muy buenos.

Seguiré leyendo, esperando sus notas y alentándolos a cuestionar y reflexionar en esto que es nuestro trabajo y profesión.