miércoles, 5 de noviembre de 2008

La lectura y los libros


Les acerco a Ustedes -visitantes del blog- un fragmentito de lo que ando estudiando esos días, lo que me obliga -absurdamente- a estar ausente unas clases en las instituciones donde desarrollo mi labor.
Vean si no es precisamente de lo que tanto hablo con Uds.: mis alumnos de Profesorado, sobre la lectura...
¿Les ha sucedido aunque sea una pizquita de esto, en el tiempo que hemos compartido?
Gabriela


“[…] En verdad, la lectura -cuando es vivida como experiencia en vez de requisito de actividades profesionales u ocasión de solaz- es una actividad contranatura y potencialmente desestabilizadora del ánimo e incluso del organismo. Los libros son equivalentes a las drogas. Una biblioteca puede ser adictiva y tal afición nos arrebata de la condición inevitable de seres prácticos y utilitarios. La lectura es contranatural porque supone esfuerzos físicos continuos y a la postre incómodos: la espalda se curva, el ojo se enrojece, la mirada se va angostando. Además, supone trabajos espirituales desacostumbrados ya que han de quedar involucradas técnicas de intensa concentración mental y atención visual. Al fin, los libros exigen destruir la concepción cronológica y cronometrada del tiempo con el fin de poder habitar tiempos que nunca han ocurrido o que nunca tendrán lugar. La lectura constituye una de las modalidades de la duración y tal instante duradero sólo declina cuando el sueño o la intromisión de estímulos exteriores superponen el tiempo "social" sobre nuestra intimidad con los libros. En suma, la lectura es una pasión a la cual entregamos el tiempo que no tenemos y que nos exige posturas corporales contrahechas y contracturales. ¿Cómo ocurre entonces que una persona, una vez superados los escalafones escolares y los umbrales etarios, todavía continúa siendo un lector? En verdad, no lo sabemos.

[…] Lo que el alimento y el agua son al hambre y a la sed lo es el libro a la mente inquieta. Y una cualidad de nocturna urgencia animal empuja la mano tanto hacia la mesada de la cocina como hacia la mesa de luz.

[…] La lectura tarde o temprano llega a un fin. A veces, tanto nos atrapa un libro, tanto nos ha apetecido el relato, tanto nos hemos habituado a sus personajes, que preferimos que esa historia sea interminable. Ralentamos entonces la lectura, con tenacidad de avaros contamos cada página hasta que al fin todo culmina. […]”

Módulo 5, Clase 16: La letra y su molde. Meditaciones sobre lectura, escritura y tecnología. C. Ferrer. Diploma Superior Lectura, Escritura y Educación (2008) FLACSO virtual.

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