lunes, 24 de marzo de 2008

¡Te cuento, profe!

Por María José Monzón

Pensando cómo comenzar a escribir, decidí contar que las clases que observé en mi Residencia me hicieron acordar al cuento “¡Silencio Niños!”, tal vez exagero un poco, pero si comparo esas observaciones con los conocimientos o aprendizajes realizados en el Profesorado, la verdad es que las prácticas de los docentes dejan mucho que desear.

Tal vez como dice Frank Smith “La educación apostó al caballo equivocado”, hoy puedo agregar que lo sigue haciendo, tal vez le tiñeron el pelo o le cambiaron el nombre, hoy lo llaman “proyecto” pero en el fondo es el mismo.

La enseñanza de la escritura comienza con la trascripción de sonidos que sumados forman palabras, estas palabras oraciones sumadas forman los supuestos textos en contramano con la manera adecuada o concepción superadora de lo que es un proyecto de alfabetización, en la que se considera que la escritura es un proceso de construcción de sentido.

La lectura al igual que la escritura está asociada con el enfoque tradicional de la enseñanza, se lee para el maestro, para que este compruebe si el chico ha aprendido a hacerlo.

El más claro ejemplo de lo antes dicho y para mi mayor sorpresa fue cuando trabajaban con una noticia que tenían como modelo en el manual, mientras que en la puerta del aula el portero había colocado diarios llenos de informaciones seguramente mucho más significativas y actuales que la elegida para la clase, además de que usaban una sola y esto no les permitía hacer ninguna diferencia como para darse cuenta de que -por ejemplo- algunas no necesariamente tienen fotografías, nada más por citar un dato.


En las paredes de las aulas se exhibían lámina hechas por el docente de familias de palabras, tanto la reflexión como la sistematización y la consolidación brillaban por su ausencia.

Las etapas ausentes en las prácticas escolares son las que definen el enfoque Activo Reflexivo, por lo tanto si no hay un proceso de reflexión, no hay relevamiento de saberes. Al no haber sistematización el alumno no puede ordenar la información que construyó mediante la reflexión. Lo mismo pasa con la consolidación, al no producirse, establecerse como una instancia de la enseñanza/aprendizaje, el alumno no puede apropiarse significativamente de los conocimientos. La profundización es un paso en donde se pretende que el alumno “vaya más allá”, es lo ideal, como docentes comprometidos siempre debemos tratar que se produzca.

Los gestos de los chicos aburridos, pasivos sin participar a mí me hacían pensar cómo aprovecharía esas inquietudes, esas energías que tenían reprimidas.

Cuando llegué con mi planificación y les entregué la carta desarmada (esa que me había pasado por lo menos una hora recortando y poniendo en sobres) los movilizó mucho, todos querían reorganizarla y me preguntaron si podían consultar con el compañero, la verdad que fue muy lindo ver cómo debatían con los demás chicos, algunos decían que nunca habían visto una, otros -los menos- decían que ellos sí recibían pero que no podían asegurar que estuvieran bien escritas. Así llegaron a armar el texto, algunos muy bien, otros no tanto, pero entre todos fuimos reorganizándolo. Cabe aclarar que la docente a todo esto no se mostraba muy contenta pues se le había “desordenado” el aula ¡qué horror! Sí, “cada cual en su banco trabaja bien” era su recomendación.

Todo esto me alentó y me produjo la sensación y el convencimiento de que se puede, de que los alumnos están esperando que esto pase, ellos quieren participar, están cansados de que se los trate como si estuvieran vacíos, como si no supieran nada.

Un día una nena, para mi grata sorpresa llegó con uno de los libros de Harry Potter y le comentó a la docente que había comenzado a leerlo, para mi desilusión ésta le contestó, que era una lectura muy complicada para su edad, seguramente ella no había leído esa novela y por lo tanto el comentario estaba fuera de lugar, ya que debió incentivar a la niña para que siguiera leyendo. Con este desafortunado comentario subestimó la capacidad de construcción de sentido que la nena seguramente tenía.

En cuanto tuve oportunidad me acerqué y le pregunté, si había leído los libros anteriores, además le dije que no le hiciera caso que eran hermosos y que los podía leer perfectamente, luego le conté que yo los había leído a todos, inmediatamente me preguntó:

-¿Cómo termina señora?- Mi respuesta fue:

-Para saber vas a tener que leerlos a todos- Tratando de mantener el misterio y su entusiasmo.

Todo esto me da la certeza de que se puede cambiar perfectamente la enseñanza de la Lengua en la escuela, de que se pueden formar niños lectores. Comenzando por introducir en las clases situaciones de lectura de verdad, para que los alumnos puedan reutilizarlas en numerosas situaciones de la vida cotidiana, como así también para alimentar su imaginación.


Creo que si estos chicos tuvieran una profe o una seño como ellos dicen, que les abriera la puerta de la biblioteca, inmensa y llena de libros que tienen algunas escuelas y no sólo les dijeran los días de lluvia que es mejor leer algo antes de salir a ensuciarse, o en todo caso si ella fuera una lectora como punto de partida, ya que como dice no me acuerdo qué autor “no se puede transmitir lo que no se practica”, no existirían tantos problemas de escritura y de construcción de significado en el proceso de lectura.

Para finalizar, Profe de Lengua, quiero decirte gracias por haber hecho que hoy pueda ver todo lo que te conté críticamente, por haberme presentado la Literatura infantil y por tantas otras cosas que aunque no las escriba vos sabes me has aportado.


(Ensayo producido como Trabajo Final de 3er. año del Profesorado 2007, en el Espacio Curricular: Apoyo Disciplinar a la Residencia Lengua)

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